Compaginado por Juan Carlos Grassi - Investigador histórico
En el año 1994, la Asociación Orígenes de Berazategui, editó el libro n° 4, sobre la historia de Berazategui.
Entre los autores, figuraba Carlos A. Grau [13-01-1893 / 04-11-1972].
Recibido en la Facultad de Química y Farmacia de La Plata de Farmacéutico -1915-, y de Dr. en Química y Farmacia en 1917. Su trayectoria lo llevó a ser Miembro Correspondiente de la Real Academia de Farmacia de Madrid y de Barcelona; presidió la Comisión Especial Internacional, que redactó el Código Latinoamericano de Alimentos. Fue gestor de la Usina Electrolítica de La Plata -1920- , y su actividad también incluyó lo periodístico, con columnas en los diarios de la ciudad de La Plata y "La Nación" de Buenos Aires.
En recuerdo de su paso por la Asociación Orígenes, quiero compartir la nota de su autoría: "Como fue fundado el Pueblo de Berazategui", publicada en el diario "La Nación" de Buenos Aires, el 8 de abril de 1959, y que comienza de esta manera:
"Nacido en la sección 2a del partido de Quilmes -hace 142 años- Berazategui fue otrora un pueblecito de tambos, potreros, alfalfados y quintas, que con el correr de los años y gracias a la radicación, en su zona, de grandes fábricas se ha transformado en un importante centro industrial.
Leyendo la colección de "La Nación" de 1872-73 y diversas publicaciones de la época, entre ellas un informe oficial sobre el ferrocarril a la Ensenada, he entresacado los datos que siguen: En 1823, siendo presidente Rivadavia, un joven de 25 años, que era sobrecargo de un barco que había encallado en el Río de la Plata, se salva del naufragio y puede llegar a nado hasta la costa de Quilmes. Aquí lo atienden solícitamente brindándole ropa, albergue y comida. Este joven, de origen noorteamericano, no olvidó nunca que había nacido de nuevo en la playa de Quilmes.
Circunstancias diversas hicieron que ese mismo año, después de algunas excursiones por el país pasara a Chile. Allí y en otras naciones de América del Sur acomete grandes empresas, la mayoría con éxito. No corresponde detallar aquí su vida. Baste decir que nuestro gran Alberdi le ha dedicado un libro aparecido en París en 1876, que se titula "La vida y los trabajos industriales de William Wheelwrigh en América del Sur" y que en la introducción expresa: "Esta es la biografía de un hombre que, sin haber dado batalla, ni obtenido victorias , ni sido hombre de Estado, ni siquiera un ciudadano, ha hecho, sin embargo, a los paises donde ha vivido tantos y tan grandes servicios, que la historia sería ingrata o ciega si dejase de registrarlos en sus anales".

Fue necesaria la gran epidemia de fiebre amarilla de 1871, para que pudiera acelerarse, pues la gente de Buenos Aires buscaba alejarse de las pestilencias de los saladeros y graserías para vivir el aire puro de la campaña bonaerense. Todavía se creía en la vieja teoría de las miasmas.
Hoy se sabe que el factor de contagio no es el olor o la emanación, sino la persona sucia o carente de hábitos higiénicos, y de ahí la importancia de la educación sanitaria, que es necesario difundir cada día más.
El día 18 de abril de 1872, se inaugura la estación de Quilmes. De la estación Central, llamada "25 de Mayo", sita en el Paseo de Julio [n.a. hoy Leandro N. Alem], en Buenos Aires, sale a las 12 del día un tren expreso con 400 invitados, entre los cuales estaban el gobernador de la provincia, Emilio Castro; el ministro del Interior, Dr. Vélez Sársfield; el ministro de Hacienda, Dr. Domínguez; el obispo monseñor Aneiros; el representante de Francia, numerosos profesionales, destacados representantes de la industria y del comersio, periodistas, etc. Las estaciones estaban embanderadas. La municipalidad de Quilmes los obsequia con un "lunch", en el transcurso del cual hablaraon media docena de personas: el gobernador hizo notar que de las muchas líneas de ferrocarril que se habían construido en la provincia, ésta era la primera que lo había sido sin subvención u otra clase de ayuda oficial. Y Wheelwright, que hablaba pintorescamente el castellano, recordó que hacía 49 años que había naufragado en las costas de Quilmes, llegando al pueblo desnudo y hambriento y que todos los vecinos se disputaron para atenderlo. Desde ese momento decidió en su interior recompensar aquella hermosa recepción.
Pasaron los años y nunca olvidó la promesa, y cuando llegó la ocasión le fue grato proyectar y construir el camino férreo que ese día ligaba a Quilmes con la capital. Concluida la fiesta se efectuó un paseo. Quilmes en ese año tenía unos 2.500 habitantes, a pesar de lo cual y esto dicho al margen, solo votaban 350 ciudadanos, que eran los que figuraban inscriptos en los padrones por los agentes gubernativos, o sea el 14 por ciento. La comitiva vuelve a Buenos Aires a las cuatro y media de la tarde. Al regreso, el tren estuvo en veinte minutos en Barracas, más o menos como ahora.
La vía ferrea se siguió construyendo aceleradamente, y el martes 31 de diciembre de 1872se inaugura el ferrocarril del denominado "Boca, Barracas y Ensenada"; esta vez concurre el presidente de la Nación, que era Sarmiento, con el gobernador de la provincia, ahora Mariano Acosta, y numerosos invitados. A las 8 de la mañana sale el tren expreso con la comitiva. Cuando se festejaba el acontecimiento con un gran banquete en la Ensenada, comienza a llover con fuerza torrencial. Acota Alberdi que ese día la lluvia llegó también al corazón de Wheelwright, porque pretendió festejar la inauguración del futuro puerto de Buenos Aires, ya que para eso había hecho el ferrocarril a la Ensenada y el muelle en Punta Lara, y cuando en conversación con Sarmiento le solicita el arreglo del puerto de la Ensenada, éste, con su franqueza habitual y en su manera contundente, le contestó que no pensaba gastar un solo peso en dicho puerto, pues apoyaba el proyecto de Baterman para hacer el gran puerto de Buenos Aires.

Wheelwright se embarca el 15 de mayo de 1873 para Londres, donde fallece el 26 de setiembre de ese año. Tenía 75 años. En su recuerdo la Municipalidad de Quilmes resuelve dar el nombre de Wheelwright a la plazoleta que adquiere frente a la estación y dispone que en su centro se levante un monumento a su memoria.

Entre Buenos Aires y Quilmes corrían cinco trenes diarios, y a veces seis o siete, pero entre Quilmes y Ensenada sólo corria un tren por día, el mismo que iba por la mañana regresaba a la tarde, y la espera en Quilmes, según los diarios "La Nación" y "La Prensa", solía ser larga.
Las máquinas no tenían miriñaque, lo que traía como consecuencia que cuando encontraban animales en las vías descarrilaban. A veces la locomotora que llegaba a la Ensenada se descomponía. Y como la línea carecía de telégrafo, en los casos de accidentes o interrupciones los viajeros debían esperar largo tiempo sin tener noticias, y los chasques tardaban más de tres horas en ir a caballo de la Ensenada a Buenos Aires.
Entre Quilmes y Buenos Aires el horario se cumplía al minuto. Pero el 15 de octubre de 1873, el tren que debía salir de Quilmes a las 11:50 de la mañana salió a las 12:00, y entonces la protesta de los pasajeros fue tan grande que tomó estado público y el periódico "Progreso de Quilmes", que redactaba el Dr. Juan Antonio Wilde, se hace eco y le dedica un artículo de más de media columna. Mencionó el hecho por ser ésta la primera vez que un tren ha salido de Quilmes con un atraso de diez minutos.
En cuanto al nombre de la estación, corresponde a José Clemente Berazategui, vasco afincado en la zona, donde poseía ocho suertes de chacra de quinientas varas de frente por mil de fondo cada una. Pasando la línea férrea a la Ensenada por sus tierras, Berazategui regala a la empresa cuatro hectáreas con destino a la estación, y como era de práctica entonces, la empresa le da a ésta su nombre. Así ocurrió con Bernal, con Ezpeleta y con la estaciión siguiente a Berazategui, que se llamaba Godoy y hoy se denomina Plátanos".
VIADUCTO FC BS. LA ENSENADA gentileza Chalo Agnelli